Europa avanza hacia la economía circular

 
 
22 de octubre de 2015

     

 
 

En los últimos años, el término “economía circular” ha calado hondo en el debate económico y ambiental a nivel mundial. Casi inexistente a principios de la década, el concepto de la economía circular se ha extendido entre los directivos de empresas con fe en la innovación y el potencial de los nuevos modelos de negocio y ha llegado a gobiernos y organizaciones supranacionales. La economía lineal, modelo imperante desde la revolución industrial basado en la extracción, uso y eliminación de recursos finitos, se enfrenta al colapso.

El concepto germina en los años 70, y se desarrolla siguiendo distintas nomenclaturas y escuelas de pensamiento, como el diseño regenerativo, ecología industrial, economía de bucle cerrado o sistemas de la cuna a la cuna, todos basados en el flujo cerrado de la materia y el uso eficiente de los recursos que ocurre en los ecosistemas naturales. Desde su adaptación a la arquitectura, al diseño o a los flujos de materiales, transicionó hasta el ideario global que es en la actualidad.

Sin embargo, fue a partir del impulso proporcionado por la Ellen MacArthur Foundation y la consultora Mckinsey cuando el concepto “economía circular” se tradujo en algo practicable a escala macroeconómica y una alternativa al modelo lineal: tomar-fabricar-consumir y eliminar, que comenzaba a verse insostenible. La aspiración de desvincular el crecimiento del uso de recursos y energía por fin tenía nombre.

El nacimiento de la fundación (2010) y los dos informes encargados a la consultora (2012 y 2013), coincidieron con la crisis financiera global, la volatilidad de precios y varios informes ambientales demoledores, llevando a la rápida transmisión de los principios del nuevo modelo de economía circular, que se extendieron llegando en 2012 a impregnar el pensamiento empresarial más innovador y la base de la Unión Europea. La coherencia y el potencial de la economía circular se percibieron como un verdadero motor de cambio del paradigma económico.

La Economía Circular en el seno de la Unión Europea

En 2012, la UE aprobó un manifiesto apoyando el nuevo paradigma de la economía circular, encuadrado por el ex Comisario Potocnik en el ineficiente sistema actual: “Hoy por hoy, el 80% de cuanto utilizamos se emplea una sola vez para descartarlo a continuación. Una economía circular, que supere el actual modelo de “extraer-usar-tirar”, debe expandirse para asegurar nuestros recursos. La solución pasa por evolucionar hacia una “economía circular” en la que nada se deseche y todos los recursos se aprovechen continuamente en un círculo virtuoso.

En verano de 2014, la CE publicó una comunicación alineándose con el nuevo paradigma, “Hacia una economía circular: un programa de cero residuos para Europa”. En el documento, el modelo lineal “basado en la hipótesis de la abundancia, disponibilidad, facilidad de obtención y eliminación barata de los recursos” se declara obsoleto en pos de una nueva economía circular en la que los recursos sigan considerándose recursos al final de su vida útil, volviendo una y otra vez al ciclo productivo. La competitividad de la vieja Europa, carente de recursos propios, debería basarse en un modelo que imita a la naturaleza y excluya la generación de residuos. La energía procedente de fuentes renovables se declara como base del nuevo modelo.

La legislación de la Unión Europea en materia de recursos y residuos se encuentra en plena fase de renovación, y se formalizará previsiblemente a finales de este año 2014 en el esperado “Paquete sobre la Economía Circular”. Varias de las directivas de la UE se revisan y se introducen nuevos objetivos en materia de residuos, con el fin de lograr una mayor eficiencia de los recursos en consonancia con la Hoja de Ruta hacia una Europa eficiente en el uso de recursos, a la vez que se fomenta la creación de empleo verde.

De la teoría a la acción

El discurso sobre la economía circular ha calado hondo y de forma rápida en los círculos económicos e industriales al basarse en estudios que avalan la mejora de la competitividad, ahorros económicos y nuevas oportunidades de negocio, “una estrategia de economía circular ofrece grandes oportunidades de ahorro de costes en materiales para la industria de la UE y un potencial de crecimiento del PIB de la UE de hasta el 3,9 % como consecuencia de la creación de nuevos mercados, nuevos productos y más valor para las empresas” afirma la propia Comisión.

El Parlamento Europeo, por su parte, estima que la mejora de la eficiencia en el aprovechamiento de los recursos a lo largo de las cadenas de valor podría reducir los inputs materiales hasta en un 24% para 2030, con un potencial de ahorro total de 630.000 millones de euros anuales para la industria europea. Sin embargo, como ya pasó hace unas décadas con el término “sostenibilidad”, y tal como advierten expertos en la materia, corremos el peligro de vaciar de contenido y adaptar la realidad a un concepto realmente revolucionario.

El cambio hacia la Economía Circular es un paso de gigante, y desafortunadamente no fluye naturalmente de la aplicación de la eficiencia en el uso de los recursos; requiere un cambio de paradigma en cómo los gobiernos, las empresas y los consumidores piensan en los recursos, procesos y productos.